lunes, 27 de septiembre de 2010

el tren como siempre llegaba atrasado



El tren, como siempre, llegaba atrasado. El día era gris, apagado y melancólico. Ivan Illich subió en el tercer vagón del tren, llevando sus pinturas. Su mirada transmitía el dolor de su existencia… Realizó una mirada a todos los viajeros que compartían su viaje: los mismos de siempre, todos con la cabeza baja, enroscados en auriculares, ausentes de la vida. Ese viaje le producía más dolor que de costumbre.

Una estación tras otra y las eran las mismas, sin embargo 9 minutos más tarde, descubrió a una joven solitaria que lo miraba con una sonrisa.

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