Cuando llegaron los chinos, yo estaba durmiendo en mi cama plácidamente. No sé porqué esa noche soñaba con Paturuzú. Me desperté sobresaltada. Nunca imaginé que los chinos, tan pacíficos que los veía se aparecerían con un látigo. Puro masoquismo? No lo sé. Me refregué los ojos. Vi acercarse a uno de ellos, el que tenía el látigo. Me dijo no sé qué palabras en mandarín. Me sentí presa del miedo. ¡Si hubiera tomado el curso que ofrecían por internet!
sábado, 25 de septiembre de 2010
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