lunes, 27 de septiembre de 2010

tenedores queridos



“Tenedores Queridos”

En un globo aerostático, Betina está tocando una dulce melodía con tenedores para alegrar su corazón, por la pérdida de su amor.

Se alegra así, pero el sentimiento de abandono permanece… alguna vez pasará?

Ella; inventa canciones; y vuela en su globo atravesando el cielo azul, pájaros, peregrinos la saludan a su paso, el sol parece sonreirle, de pronto, el dolor cede paso a la tranquilidad.

Piensa la joven, que esos tenedores serían insignificantes, en su casa, pero ya mismo, ¡ahora! Son su mejor compañía, sus aliados, sus sinceros amigos… Ella, a quien nunca le gustó la cocina; hoy agradece, los instrumentos que se usan allí.

Mira el cielo y sonríe, y da gracias, por los tenedores que su mamá colocó en su mochila, la semana anterior.-

batichica se retiró de escena



Batichica se retiró de escena. Se tomó un año sabático (y unas botellas de vino) y se fue a El Caribe. El mal ya no le importaba. La injusticia le parecía justa. Para Batichica el descanso era primordial.

Pero un día, al caer la tarde, sentada en una silla de playa mirando el mar, tomando su habitual botella de vino, el mar cambió de color, cadáveres de peces traían las olas, la arena se hizo barro, el cielo bajó de golpe, casi hasta su altura.

El nuevo enemigo de Batichica era “Al caer la tarde”. Pensó en llamar a Batman, pero era una burocracia enorme, hablar con Alfred, hablar con Robin, hasta por fin llegó a la conclusión de que tenía que pelear sola. Hasta que recordó a Nicolás Repetto que vive un año sabático, y así decidió pedirle consejo.

Al fin, se creó el nuevo dúo contra el mal: Repetto y Repettochica (ex Batichica)

en la era del hielo, cuando el sol



En la era del hielo, cuando el sol se vendía sólo en el mercado negro a precio de oro, nadie estudiaba en las escuelas. Macri no invertía en educación y la tinta se helaba en las biromes. Las aulas, vacías, se alquilaban a empresas privadas, shopings, concesionarias de autos. Ropa cara y alhajas ocupaban las escuelas, mientras que en lo bares del barrio, los mozos daban clase entre cafecito y cafecito.

año 1977. 9.30 de la mañana



Año 1977. 9.30 de una mañana muy pero muy especial, en primer lugar, porque llegué muy temprano para la entrevista y sentada en un banco en Plaza Francia esperaba la entrevista de Recursos Humanos con la secretaria de ese lugar tan especial que marcaría mi futuro como empleada bancaria.

cae la tarde




Cae la tarde. Pueyrredón está dormitando debajo de la parra. Silencio. Es la hora de la siesta. La nona descansa porque el día ha sido largo. La muerte de Garibaldi, durante ese año de fines del siglo XIX, ha dejado sus huellas en su espíritu.

Pueyrredón se rasca el lomo y espera su ración de leche. Pobre, no sabe que hoy va a tener que esperar un largo rato. La abuela está cansada de llorar. En su mirada está fija la imagen de las banderas a media asta.

Pueyrredón bosteza.

La noche acecha detrás de la parra.

el tren como siempre llegaba atrasado



El tren, como siempre, llegaba atrasado. El día era gris, apagado y melancólico. Ivan Illich subió en el tercer vagón del tren, llevando sus pinturas. Su mirada transmitía el dolor de su existencia… Realizó una mirada a todos los viajeros que compartían su viaje: los mismos de siempre, todos con la cabeza baja, enroscados en auriculares, ausentes de la vida. Ese viaje le producía más dolor que de costumbre.

Una estación tras otra y las eran las mismas, sin embargo 9 minutos más tarde, descubrió a una joven solitaria que lo miraba con una sonrisa.