jueves, 5 de noviembre de 2009

poema siete

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El que más mira tiene todo vigilado. ¡Qué feo!



El que no toma consejos toma whisky



Lo que puedes hacer hoy no dejes para mañana



En boca cerrada no entran pijas



No por mucho madrugar vas a desayunar



Más vale malo conocido que malo por conocer



Siembra gotas de lluvia y cosecha tempestades



El ojo del amo controla el desgano



El que mucho abarca nunca garpa



Los demás se callan da baba



Me extraña mosquito que siendo mosca no me conozcas



El que enseña en el IES no llega a viejo

1 comentario:

  1. A más de todo, un principio de análisis para el desconcertante: "Los demás se callan da baba":

    Fatal y cosmopolita, el neorefrán nos quita de los lugares cómodos que pudimos ostentar hasta el siglo xx y nos trae, con inaudita violencia, a nuestra más posmoderna contemporaneidad.

    Hasta el “los demás se callan” podemos situarnos en un tiempo de verdades sólidas, en un dios decimonónico que velaba por nosotros y que se ha venido a pique tras el derrumbe de la gran división entre alta y baja cultura. Entonces, el callar tenía un valor en sí y el autor –anónimo, como el de todo refrán y actualizable por todo aquel que lo mencione- podía erigirse como opuesto a todos esos "demás" que sólo callan. Sin embargo, en el mismo callar empieza la poesía a tomar partido y la aliteración no cesa ya hasta el final del refrán. “callan da baba”, la insistencia con la a nos fuerza una mueca en la boca de la cual el propio hilo de la propia baba puede despedirse por la comisura del labio. Y así, nosotros nos convertimos en esos "demás" que callan babeantes mientras dicen “aaah” por obra y gracia del refrán, somos meros objetos ante el poder narcotizante del folklore. Ahora nosotros somos parte de ese "demás" que, callado, babea y ya no podemos erigirnos como portadores de un saber que deslumbre al otro. Caen las verdades y la soledad del hombre ante un mundo demasiado confuso cobra toda su relevancia.

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