Que arroje la primera piedra y me la de
Ojos que no ven no ven
Lo que puedes hacer hoy seguramente mañana los harás mejor
Lo que puedas hacer hoy que sea de buen humor
Lo que puedas hacer hoy hazlo por mí
Corazón contento oído abierto ser hambriento
Al que esté libre de culpa no le creo
Es porque piedras trae que golpea
Al que nace barrigón le sobran los cordones
Al incauto se lo lleva la corriente
A cada chancho su comida
No dejes para mañana los favores sexuales
Palito Ortega cantó hasta hartarse de su corazón contento lleno de alegría. Así, se imaginaba que el ser humano devenía completo al cruzarse con el amor. Contra Palito y contra todas esas cosas se alza este poema que reza en su sexto verso: Corazón contento oído abierto ser hambriento. El corazón puede estar contento, pero ese no es motivo para cerrarse al exterior. Hay que mantenerse atento a lo que pasa, cosa que el señor Ortega omitió hacer en tristes épocas de nuestra historia no tan lejana. No cerrar los ojos ni los oídos por tener el corazón contento, el corazón de uno no hace al bien de todo y la lucha no termina al encontrar el amor sino que empieza de nuevo, se reformula y nos obliga a buscar más allá las soluciones que el estado actual de la sociedad no nos permite encontrar. Mientras nosotros estamos con nuestro corazón contento, debemos mantener abierto el oído para escuchar el imperecedero clamor de tantos seres hambrientos. Que el arbol no nos tape el bosque ni el corazón el concierto de estómagos que rugen buscando la redistribución esquiva. La conciencia social del poema excede en mucho el optimismo idiota de Ortega. Y si él casi llegó a vicepresidente, ¿a dónde no llegará este poema, mucho más verídico y sustancioso que la poesía de palito?
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