miércoles, 11 de noviembre de 2009

nueve minutos del martes 10 de noviembre




El arte es largo y la vida corta, demasiado corta para notar que en cada instante se filtran todas esas cosas que, si las pudiéramos observar, también nos resultarían subyugantes.

No se puede escribir el Quijote en 9 minutos. Se necesitan 12 al menos. Pero un protoquijote anida en esos 9. A fuerza de forzarlo se hace Quijote, pero si no entra no entra y la vida es corta y total para qué un Quijote si la vida no da.

Había una vez una materia y la materia exigía (entiéndase bien: EXIGÍA) un taller por cabeza para educación no formal. Y fue que alguien dijo hacer poesía o algo así, que lo que es yo no lo entendí mucho, para la gente que espera el subte. Y entre subte y subte un poema. Un cuento se cuenta en todos lados, en un ascensor por ejemplo. Y en ese lapso una historia se perdió, algo no se dijo. ¿Cuántos Quijotes perdidos entre un subte y otro?

No podemos tolerarlo.

Hay que hacer que la gente se dio cuenta que se olvidó de escribir el Quijote. Pero ¿Quién es la gente? Todos y nadie. Mi gente es mi familia, los hinchas de Boca y los estudiantes del IES. LA primera demasiado acotada, la segunda demasiado difusa. Pero ¿y los estudiantes? ¿Cuántos Quijotes nos perdemos los estudiantes?

No se puede ni se debe escribir un Quijote cada 9 minutos, pero hay que hacer notar que, en una de esas, se pudo. Mostrar eso, lo que podemos y no hacemos. Si está uno vivo, que se note.


No hay comentarios:

Publicar un comentario